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EL CENTRO PARA RESCATAR AL SON JAROCHO RESTAURA EL TEJIDO SOCIAL: NATALIA LAFOURCADE

Actualizado: 7 abr 2023



Alma Elena Gutiérrez Leyton*


Trascender es salir de sí mismo para entregar a los demás un poco de lo que somos, y eso que entregamos, prevalece tras nuestra partida de este mundo.


Muchas veces, la fama, el dinero o el poder transforman a las personas en seres egoístas, que justifican su hedonismo de diversas maneras.


¿Qué sucede cuando una persona que alcanza las glorias del mundo asume un liderazgo positivo para transformar la vida actual de niños y jóvenes y el futuro de una región?


Cuando eso ocurre, las intenciones se convierten en obras; las necesidades se transforman en proyectos; las tragedias en puntos de partida y la solidaridad deja de ser una palabra políticamente desgastada para recobrar su brillo y significado.


Natalia Lafourcade asumió ese liderazgo, que sumado al de Ricardo Perry Guillén, director del Centro de Documentación del Son Jarocho (CDSJ), cristalizó en la construcción de un edificio con espacios especialmente diseñados para la impartición de talleres de música tradicional, bordado, textil, cocina tradicional y muchos más que conforman la oferta educativa del CDSJ)


Los políticos no consideran a la cultura como una inversión


El CDSJ no es un proyecto nuevo. Ha resistido durante 30 años las embestidas del tiempo, de los temblores y hasta de los gobiernos municipales y estatales, “que prefieren gastar 10 millones de pesos en una banda grupera para un evento público, en lugar de invertir en cultura”.


Una tercia de alcaldes que asistió a la inauguración del nuevo edificio del CDSJ tuvo que aguantarse las alusiones que no solo Perry Guillén hizo hacia el desinterés de las autoridades de todos los niveles por la cultura, y específicamente por el rescate de las tradiciones ancestrales.


En el panel sobre este movimiento de rescate del son jarocho que tiene más de 46 años de haber iniciado, Arturo Barradas -promotor cultural del Festival de Tesechoacán en Playa Vicente, Rubí Oseguera, promotora cultural y bailadora de son jarocho, y Gilberto Gutiérrez Silva del grupo Mono Blanco, pionero de este tipo de emprendimientos sociales, en reiteradas ocasiones destacaron que los proyectos de esta *revolución cultural" han fructificado cuando “se han hecho desvinculados de las administraciones municipales”.


En todos los casos: en Jáltipan, en Veracruz y en Playa Vicente, han tenido que financiar con sus propios recursos la renta de inmuebles, la compra de instrumentos y el pago de los instructores.


Una vez consolidados, llegan algunos mecenas, y la propia reputación permite la captación de recursos, ya sea a través de convocatorias o de proyectos.



En el caso del CDSJ, el proyecto cumple 30 años en diciembre de 2023, y precisamente, se inició en Jáltipan después de que Perry Guillén liderara un programa cultural en 1995 para el ayuntamiento de Cosoleacaque -población vecina-, que fue desmantelado por la administración siguiente.


Ahí aprendió que a los políticos no les interesa la cultura.


“No la ven como inversión”. Fue en ese contexto cuando mencionó que prefieren pagar 10 millones a una banda que nada tiene que ver con la cultura regional.


Sembremos flores


Durante estos casi 30 años, el CDSJ ha sido un semillero del cual han salido diversos grupos; Los Cojolites es tal vez el más famoso actualmente, por su participación en los discos grabados por Natalia Lafourcade, pero no son los únicos.


Cientos de niños aprenden a tocar la jarana, y luego, en consecuencia, se interesan en la laudería, por la necesidad derivada de contar con instrumentos. Así se ha ido formando una estirpe que abarca comunidades en las poblaciones cercanas, como Coatzacoalcos, Minatitlán, Chinameca, Hueyapan, Soconusco y Oteapa.


Un ensamble que integró a niños de todas esas comunidades con los del CDSJ presentó una muestra de lo que han aprendido. Interpretaron “Sembremos flores”, con jaranas, marimbas y diversos instrumentos, incluyendo un “marimbol” que nunca había visto. Una especie de caja de percusiones con teclados como una kalimba. El joven ejecutante, que orgullos posó para la foto, tiene que utilizar guantes para que sus dedos no se lastimen con las lengüetas de fierro.


Y EL FANDANGO…

La calle Madero, donde se ubica el flamantemente nuevo edificio del CDSJ, se convirtió en el escenario del fandango, que fue de larga duración. La noche se quedó corta.

Una tarima que todos querían hacer sonar con los estoperoles de sus zapatos blancos de tacón, mientras todos los músicos, desde los niños de preescolar hasta los maestros, tocaban sin cesar.

Maricela Alvarado Abad, orgullosa abuela de uno de los ejecutantes de cajón, llamó a su hija para que me contara que esto de no parar de tocar durante toda la noche tiene que ver con una leyenda que dice que si se detienen puede llegar el diablo. Hay otra versión -me dijo- que se relaciona con el son “El buscapiés”, que también involucra al diablo, pero esta vez, son los bailadores quienes andan buscando entre los pies de los danzantes las patas de pezuña para identificar al señor del mal.


Entonces ¡sigamos bailando, para que no nos lleve el diablo!


De la enramada al edificio de diseño de autor


Cuando Perry Guillén y otros compañeros de esta lucha armada con jaranas iniciaron el CDSJ, lo hicieron en un inmueble que estaba en este mismo lugar en el que se construyó este monumental edificio de dos niveles y dos patios centrales.


Corridos de Cosoleacaque -como él mismo lo narró- decidieron asentarse en Jáltipan y empezar desde cero.


Así, reunieron fondos para adquirir una casa, de las pocas que habían quedado en pie tras el temblor de 1985. No era nada ostentosa, pero bastaba para echar a andar el proyecto.


Ahí se formaron las primeras generaciones de jaraneros, de entre los cuales surgieron grupos como Chucumbé y Los Cojolites, que, por cierto, deben su nombre a un pájaro de la región.


El temblor de 2017 terminó la tarea de su antecesor y causó tan cantidad y gravedad de daños al inmueble que se les prohibió volver a entrar, mucho menos a trabajar.


Hubo que desalojarlo y desde ese momento, La Enramada, como se le empezó a llamar afectuosamente, fue el refugio del CDSJ.


La Enramada debe su nombre a que es solo un techo de enredadera el que apenas cubre del sol y de la lluvia a los niños y a sus profesores.


Ni las inclemencias del tiempo detuvieron el proyecto. Así trabajaron durante los seis años, pues la pandemia retrasó la construcción, pero nunca menguó la voluntad.

En ese entorno adverso, Natalia Lafourcade abrazó la necesidad del CDSJ y tocó las puertas de decenas de empresarios, músicos, cantantes y asociaciones civiles que donaron recursos y trabajo para cristalizar este sueño de contar con un edificio especial para el rescate, fomento y enseñanza de la cultura tradicional.


El edificio fue entregado a los miembros de la asociación del CDSJ que serán los responsables de que este legado trascienda el tiempo y las generaciones.


Gracias, gracias, gracias

La canta autora escribió una pieza que leyó y en la que agradeció a los contribuyentes para el logro de este proyecto.

Algunos de los mencionados fueron los siguientes: Sony Music México, Piensa sostenible, A. C., Carlos y Rodrigo Cedillo, arquitecto Ricardo (no se mencionó el apellido), Amigo social, Ángel y Pepe Aguilar, Leo Oliva, City Banamex, Fuerza México, Alfonso, quien hizo el diseño sin cobrarlo, Nova ceramic, Home Depot, Acero Collado, Lago Digital, Silvia Márquez, Casa Elefante, Ocesa, Fundación Alfredo Harp, Meme de Café Tacuba, Mar Esquivel, Leonel García, Lila Dawn, Nido Social, entre muchos otros. (Mantendré abierta la edición de este post para recibir los nombres de quienes faltaron por mencionar).


En su pieza, Natalia Lafourcade subrayó que “este es un proyecto de amor”, cuya finalidad es que "amarre el tejido social”.

El son jarocho es la esperanza.



*Alma Elena Gutiérrez Leyton es doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM (2004, mención honorífica). Es investigadora nacional nivel 1 (SNI/CONACYT). Actualmente es profesora investigadora de tiempo completo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Es formadora de periodistas e investigadores y divulgadora cultural y científica. Estudia música en la Facultad de Música de la UANL.

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2 Comments


Hermosa escritura, me ayudo a trasladarme al CDSJ, y vivir con sus palabras cada momento de la inauguración de este espacio de cultura y que contribuye a la sociedad y a preservar las tradiciones y costumbres de la región. Felicidades a las personas que tocaron puertas para llevar esta obra y acción, y a las personas que abrieron y entraron a este proyecto, pero sobre todo a Natalia Lafourcade por invitar a patrocinar y enseñar esta puerta y lograr que entrará a este gran proyecto. Dra. Alma, gracias por este nuevo conocimiento en un punto de nuestro lindo Mexico 🇲🇽 que desconocía. Espero pronto conocer este espacio.

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Alma  Gutierrez
Alma Gutierrez
Apr 03, 2023
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Muchas gracias, doctora Maribel. Me gratifica haberte podido trasladar a ese maravilloso espacio. No es solo la belleza y funcionalidad del inmueble, sino eso que mencionas, todo el trabajo que está detrás de ello: tocar puertas, hacer conciertos y finalmente, esperar a que la pandemia pasara para reanudar la construcción.

Inspira, Maribel, inspira.

Un día vamos a uno de sus retiros de inmersión que hacen en Semana Santa.

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